Etapa 16. Melide – Santiago de Compostela

Ayer no trasnochamos demasiado, y hoy nos hemos levantado a la hora habitual para desayunar en el «Chiquitin», donde hemos dormido.

Como siempre, el último día no es como los demás. No hay que pedalear para llegar, sino para no llegar: fotos y vídeos en todos los caminos y situaciones, más paradas que nunca y sin correr demasiado para alargar lo que queda de viaje todo lo posible. Por no hablar que hoy no hemos pisado carretera ninguno de los cinco, salvo en aquellas «trampas» que ya conocíamos de otros años.

Llegamos a Arzúa para tomar un bocata, pero en la plaza no había bocadillos calientes, así que decidimos buscar otro bar por el camino.

Los caminos en este tramo se prestan a ir incluso con algo de música ambiental de Milladoiro, que nos permiten disfrutar en algunos tramos mejor de los bosques y montes gallegos.

Saludamos a todos y cada uno de los peregrinos, a algunos varias veces. Hasta Paco y César se permitieron el lujo de pasar por el agua en el paso del río después de Sarria, aunque no era necesario porque se podía pasar por el puente perfectamente… pero no es tan divertido. No hubo incidentes en el paso del río, salvo un peregrino que buscando sitio para ver el espectáculo en primera fila tropezó con una raíz y se cayó de culo.

Tras las fotos, vídeos y risas seguimos ruta poco a poco por los caminos gallegos. Subidas largas y divertidas seguidas de subidas duras y exigentes para volver a empezar.

Nos hemos estado cruzando con muchos de los peregrinos en bici que hemos ido viendo durante los últimos días.

En el cruce de Lavacolla, a eso de las 2, hicimos una parada conmemorativa en el super de la carretera para comernos un polo. José Luis aún dice no entender eso del polo, pero es lo que tienen las tradiciones, que a veces lo son simplemente por una casualidad.

La verdad es que era difícil de entender, sobre todo si tenemos en cuenta que 15 minutos después parábamos a comer en Casa Amancio, tras subir un par de cuestas más.

Después de comer volvimos a pedalear para recorrer los 8 kilómetros que nos quedaban hasta Santiago no sin antes parar en el Monte do Gozo para hacer la foto de rigor.

Entramos en Santiago todos juntos, y como siempre emocionados, aunque esta vez ayudó, y mucho la emoción que nos transmitió Juan que no pudo evitar derramar unas cuantas lágrimas. Es difícil no emocionarse al menos en tu primer camino

Finaliza este viaje donde el resumen ha sido bastante satisfactorio en todos los aspectos. En el plano físico, todos los que venían con lesiones las fueron olvidando con el correr de los días. José Luís era el que tenía más problemas con su rodilla, pero no fue impedimento para recorrer los 1200 kilómetros que nos hemos recorrido. Mención especial para Paco, el abuelo del grupo, que ha sido el único que no ha tenido ningún problema físico durante el viaje.

En lo mecánico, para ser tantos y ser tantos días tampoco hemos sufrido muchas averías: CERO pinchazos, sin contar el reventón de la rueda de César, un par de reparaciones de urgencia de las parrillas de César y José Luis, la patacabra de paco tuvo que ser reparada, y los frenos delanteros de José María tuvieron que ser cambiados de urgencia. Nada más.

En cuanto a las pérdidas de enseres durante el camino tampoco mucho que reseñar, salvo una equipación completa que perdió José María en el albergue de Belorado, seguramente porque algún peregrino se la llevó por error con la oscuridad de la mañana al recoger su ropa.

El alojamiento en general bien, la comida mejor, y las piernas de todos funcionaron a la perfección durante todos los kilómetros que nos han llevado de punta a punta de la península durante estos últimos 16 días.

Gracias a todos nuestros fieles seguidores, tanto a los de siempre, con mención especial a Campillo y Mamen, que están ahí con la tecla preparada siempre, como a los nuevos que hemos conocido durante el camino y que sabemos que nos siguen cada día, como Ángel que llegó a Santiago un día antes que nosotros.

Felicidades a todos y buen camino, peregrinos.