Etapa 3. Villeguillo – Medina de Rioseco

El bar de Quique y Marcelo está abierto desde las 7 y media, así que divino para salir desayunado. Me pusieron una «tostadita» sólo comparable con la «chuletita» de ayer.

A las 8:15 ya estaba pedaleando en dirección Alcazarén de nuevo metido entre pinares aunque parece que esta noche algo ha llovido porque la arena está más apelmazada, aún así cuesta navegar por algunos tramos.

Tras unos 8 kilómetros rodando con tranquilidad y sin meterme en líos llegó el precio. Un gran charco de unos 50 metros que ocupaba todo el camino me taponaba la única salida posible a la carretera. A los lados campos de cultivo, anegados también. Hacia atrás tenía que deshacer varios kilómetros para buscar un camino alternativo pero que tampoco me garantizaba que tuviese salida decente.

Así que no quedaba otra… hacia el charco, hemos venido a jugar. Por el agua no se podía pasar porque la rueda se hundía como un palmo y era imposible moverla. Por la orilla tampoco porque el barro se iba pegando a las ruedas a cada metro y cada vez era más difícil mover la bici. Además yo tenía que ir andando por la zona «seca», hundiéndome en el barro y quedándome las zapatillas recubiertas por un barro espeso, pegajoso y pesado que cada vez me impedía más avanzar. Afortunadamente era poca longitud, pero lo suficiente para dejar la bici completamente inutilizada para ciclar. Conseguí quitar parte del barro con palitos pero lo gordo estaba en lugares inaccesibles de la cadena, los piñones y los platos.

Intenté bajar al río Eresma para meter la bici entera en el agua, pero fue imposible porque no había por dónde bajar. Así que poco a poco fui rodando y soltando parte del barro acumulado.

En Alcazarén me indicaron que había una gasolinera nada más llegar a la carretera. Justo ahí me crucé con algunos de los ciclistas de la carrera, que ya tomaban la pista del Camino después de hacer la transición desde Olmedo donde habían dormido hoy.

Después de un buen lavado de bici y zapatillas volví a la ruta. A estas alturas ya habían pasado todos los corredores de la Piligrim Race. Por lo que hoy he rodado todo el día en solitario.

Poco a poco los pinares dejaban paso a los campos de cultivo de cereal y el terreno aún se volvía más llano y ciclable. Los kilómetros caían que daba gusto a pesar del retraso que llevaba. Estoy ya en tierras del Duero que me voy encontrando en más de una ocasión.

Unos kilómetros antes de llegar a Simancas empieza un espectacular carril bici de ida y vuelta de casi la misma anchura que la propia carretera. Por esta zona circulan muchísimas bicicletas y las grupetas de ciclistas son fáciles de ver. De hecho a alguna de ellas me enganché durante un rato para rodar más fácilmente.

En Simancas comencé a tener un pequeño bajón, no era una pájara, pero sí una desgana importante que me tenía las piernas flojillas. Salir de Simancas requiere su esfuerzo, y hay que subir 150 metros en un breve espacio de tiempo.

A partir de ahí volví a animarme y volví a coger ritmo. El terreno era lo mío y aproveché el llaneo para meter desarrollo y hacer kilómetros.

Casi 40 kilómetros después llegué a Medina de Rioseco con 100 kilómetros más en las piernas.

Medina de Rioseco no es un lugar amigable para peregrinos. El Albergue de las Clarisas no llegó nunca a abrirse, y las clarisas están ahora en Valladolid. El otro «albergue» es un centro de acogida de transeúntes. Acoge a peregrinos, pero tienes que cumplir una serie de requisitos más propios de una gincana: tienes que buscar al cura por todo el pueblo y cuando lo encuentres te tiene que hacer un escrito, a las 7 seguro que lo encuentras dando misa. Con el escrito vuelves al centro de acogida donde el encargado que vive arriba te abre la puerta… no antes de las 9 de la noche. En estas condiciones uno piensa que es peregrino pero no idiota, así que hay que buscar un plan B. No es fácil y finalmente encontré una habitación libre en un hostal bastante cutre, aunque al menos es barato.

Tras la ducha necesaria bajé a dar un paseo por el pueblo para ver si encontraba a mi viejo amigo Jorge Jurado con quién tantas rutas y aventuras hemos corrido juntos en nuestras primeros contactos serios con el ciclismo de montaña. No fue difícil, en la primera calle que miré, allí estaba.

Está compitiendo en la Piligrim Race y con bastante buen rendimiento: junto a su chica son terceros en parejas mixtas. Una alegría volver a verte después de tanto tiempo, amigo.

Me llevaron a conocer el sitio donde van a dormir y cenar, donde están todas las tiendas de campaña montadas y preparadas para pasar la noche. Y todas las bicis guardadas en el polideportivo del pueblo. Espectacular montaje.

5 comentarios

  1. Venga ya vas lanzao, y controlao. Va que ya queda menos. De todas formas no te has podido reprimir con el barro, no te lo podias perder. Jajaj

  2. David Aguilar Nácher

    Si ves a unas chicas del Gaes, pregunta por Patri o Black. Les das suerte de David Tricicles, y para ti también!!

  3. Vaya tela como te quedo la bici, que camino mas malo, y demasiado que con lo que ha estado lloviendo, eso no es nada, ya te queda menos cariño, abrazos

  4. El barro es a tu bici como el cochino al charco jajaja. Por cierto! como sigas devorando kilómetros a esta velocidad te va a dar pereza esperar al resto del grupo de bicigrinos en Oviedo y no te va a quedar más remedio que hacer Oviedo-Cerdanyola para ir a buscarlos … ahí lo dejo ;-))

  5. Que no te importen los barros, siempre puedes aparcar la bici y acabar haciendo cerámica…

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