En esto, descubrieron treinta o cuarenta molinos de viento que hay en aquel campo, y asà como don Quijote los vio, dijo a su escudero: —La ventura va guiando nuestras cosas mejor de lo que acertáramos a desear; porque, ¿ves allÃ, amigo Sancho Panza, donde se descubren treinta o poco más desaforados gigantes, con quien pienso hacer batalla y quitarles a todos las vidas, con cuyos despojos comenzaremos a enriquecer? […] —No son gigantes, sino molinos de viento, y lo que en ellos parecen brazos son las aspas, que, volteadas del viento, hacen andar la piedra del molino —respondió Sancho.
El pinchazo de la rueda delantera del tándem aguantó bien la última reparación. Se nos acabaron todas las alternativas, pero al final la última reparación funcionó.
Tomamos dirección a Argamasilla de Alba, el lugar de la Mancha donde dicen que Cervantes estuvo encarcelado y donde empezó a escribir las aventuras del Ingenioso Hidalgo Don Quijote de la Mancha. Visitamos la Cueva de Medrano, donde estuvo encerrado el escritor y seguimos camino hacia Ruidera.
Hoy no hay más pueblos por el camino, asà que rodar y rodar, primero por camino y finalmente por carretera para evitar las zonas demasiado pedregosas y complicadas para el tándem y el carrito.
Una parada en el Castillo de Peñarroya y carretera para rodear el embalse hasta Ruidera. Hoy etapa corta, de algo más de 40 kilómetros, sin sustos ni averÃas. Volvimos a encontrarnos varias veces con los tres ciclistas (dos mujeres y un hombre) que conocimos ayer en Campo de Criptana.
Llegamos a Ruidera con tiempo para comer, aunque estaba todo hasta arriba de gente. Terminamos por no acertar con el sitio, asà que hoy hemos hecho compra para cenar tranquilamente en el apartamento en el que pasaremos la noche. Mañana atravesaremos las Lagunas de Ruidera