«El viajero está echado, boca arriba, sobre una chaise-longue forrada de cretona. Mira, distraídamente, para el techo y deja volar libre la imaginación, que salta, como una torpe mariposa moribunda, rozando, en leves golpes, las paredes, los muebles, la lámpara encendida. Está cansado y nota un alivio grande dejando caer las piernas, como marionetas, en la primer postura que quieran encontrar.El viajero es un hombre joven, alto, delgado. Está en mangas de camisa fumando un cigarrillo. Lleva ya varias horas sin hablar, varias horas que no tiene con quién hablar. De cuando en cuando bebe un sorbo —ni pequeño ni grande— de whisky o silba, por lo bajo, alguna cancioncilla.
En la casa todo es silencio; la familia del viajero duerme. En la calle sólo algún taxi errabundo rompe, muy de tarde en tarde, la piadosa intimidad de los serenos. La habitación está revuelta. Sobre la mesa, cientos de cuartillas en desorden dan fe de muchas horas de trabajo. Extendidos sobre el suelo, clavados con chinchetas a las paredes, diez, doce, catorce mapas con notas y acotaciones en tinta, con fuertes trazos de lápiz rojo, con blancas banderitas sujetas con alfileres.»
En la casa todo es silencio; la familia del viajero duerme. En la calle sólo algún taxi errabundo rompe, muy de tarde en tarde, la piadosa intimidad de los serenos. La habitación está revuelta. Sobre la mesa, cientos de cuartillas en desorden dan fe de muchas horas de trabajo. Extendidos sobre el suelo, clavados con chinchetas a las paredes, diez, doce, catorce mapas con notas y acotaciones en tinta, con fuertes trazos de lápiz rojo, con blancas banderitas sujetas con alfileres.»
Se acerca el día de una nueva aventura. Tierras alcarreñas nos esperan. No a pié, como lo hiciese Cela en 1946, ni en coche, como lo recrease casi 40 años después, en 1985. Por supuesto será en bicicleta, nuestro medio viajero favorito. El medio de transporte que te permite avanzar con suficiente rapidez como para poder ver muchas cosas y conocer muchos sitios y a la vez con suficiente lentitud como para poder disfrutar de ellos.
Seis días por la Alcarria, recorriendo los pasos del premio Nobel. Disfrutando de sus paisajes y su gastronomía.
Buen camino.
¡Ya! muy bonito, muy tierno … que si la bicleta … que si el paisaje …… a vosotros lo que os va realmente es la manduca … que ya me he enterado de que habéis hecho un master sobre gastronomía alcarreña … hace falta mucha cara para decir que lo que os mola es la bici … ¡JA!
Estoy de acuerdo con el anonimo, luego mandais fotos con unos platos increibles y nos dais una sana envidia, pero como hay que tener 1º tiempo, y 2º piernas fuertes, para poder hacer esas caminatas, me conformo con ver y saber,que lo estais pasando tan bien,un beso y buen camino