El viajero, a los pocos días, se levanta a la última noche, la más negra, antes incluso que los grises, menudos pájaros de la ciudad. Se viste con luz eléctrica, en medio del silencio. Hacía años ya que no madrugaba tanto. Se siente una sensación extraña, como de sosiego, como de descubrir de nuevo algo injustamente olvidado, al afeitarse a estas horas, cuando todos los vecinos duermen todavía y el pulso de la ciudad, como el de un enfermo, late quedamente, como avergonzado de dejarse sentir.»
Y los dos viajeros, estuvieron anoche instalando los tracks en el nuevo GPS de Paco hasta las dos de la mañana, por lo que la del alba la dejaron pasar un poco, que no conviene abusar. A las ocho de la mañana nos pusimos en pie y bajamos a desayunar. Poco antes de las nueve empezamos a dar las primeras pedaladas.
Me he dejado en casa el soporte del GPS, justo en la ruta que más falta nos va a hacer, porque aquí no tenemos señalización ninguna. Así que habrá que hacer un apaño con un par de bridas y un trozo de goma espuma blanca que encuentro entre mis cosas. Es algo incómodo, pero al menos se ve el GPS. Y además contamos con el nuevo de Paco, que afortunadamente anoche conseguimos configurar.
Para cruzar la N-II hay que saltar una valla, por un lugar que está prácticamente derribada. Tomamos ya camino bueno, y vamos charlando sin darnos cuenta de que a la derecha sigue nuestro camino. Cuando nos damos cuenta, pensamos que el desvío era otro y lo tomamos, y terminamos en un campo arado. No hay problema, tenemos cerca el camino bueno y cortamos por el campo… ¡Primer error!. Nos hemos metido en un campo de pinchos que nos han dejado las ruedas como un coladero. Paco tenía unos 17 pinchos en la delantera y unos 10 en la trasera. Yo, que atajé por otro sitio, 3 en la delantera y unos 8 en la trasera, que al ser Tubeless, fue la única que no perdió aire. Aún así teníamos un problema… y serio.
Como pudimos arreglamos los pinchazos, con los repuestos que llevábamos e intentando limpiar las cubiertas de pinchos para no dejar ninguno dentro que volviese a pinchar las cámaras nuevas. Una hora nos llevó arreglar todo el desaguisado. Volvimos a ponernos en marcha y apenas un kilómetro más allá las ruedas de Paco estaban de nuevo pinchadas. Algo se había quedado dentro, y por mucho que miramos no habíamos visto.
Estábamos cerca de Taracena y un chico que nos cruzamos en un Quad nos dijo que no había ninguna tienda en el pueblo, así que yo tiré de nuevo a Guadalajara, a buscar repuestos: dos cubiertas, tres cámaras, líquido antipinchazos… y vuelta para Taracena donde está Paco esperándome.
Reparamos, cogemos agua y seguimos ruta. Yo llevo aún la rueda trasera llena de pinchos, y a medida que se van soltando se va escapando algo de aire hasta que consigue sellar con el líquido antipinchazos, así que de vez en cuando tengo que volver a hinchar. Hasta Torija nos acompaña la N-II a la izquierda.
Pasado Torija vuelvo a meter algo más de líquido y ya no vuelve a dar problemas la rueda. Ahora el problema es el agua. Desde Torija hasta Brihuega hay casi 20 kilómetros , y no hay nada más entre medio. Y no llevamos agua. Ahora lo que llevamos a la derecha son las vías del Ave, que cruzamos en dos ocasiones por sendos puentes, of course. (información para las Mammas, que no se crean que vamos saltando por las vías de un lado a otro)
Dos kilómetros antes de llegar a Brihuega encontramos una gasolinera que casi tomamos al asalto para beber. Estábamos secos y de una sentada nos metimos un litro de Fanta y un litro y medio de agua entre los dos. Está cayendo una solana importante.
Llegamos a Brihuega cerca de las cuatro, ya sin más novedad, que hay que dejar cosas para mañana.
No sabía que te habías comprado un gps Paco. Que nostalgia…. los caminos ya no son lo que eran
Hola, Que magnifico camino para correr!!
Siempre llevo un kit reparapinchazos conmigo, es muy completo, y no muy grande.
Es indispensable para todo viaje que hago.
Fer,34 😀