Hoy ya ha empezado a costar ponerse en marcha. Los 80 de ayer pesan, pero seguimos, como está mandado. Desayunamos en el hotel y tras resolver algunas cuestiones de trabajo salimos de Coria.
Nos hemos ahorrado 12 kilómetros de ayer, así que hoy será más suave la cosa.
En Extremadura eso es un decir, claro porque los continuos toboganes en carretera y caminos no te dan tregua en todo el día, y te terminan machacando la moral
Falta la subida al puerto y los kilómetros finales hasta el pueblo, pero en la carretera durante la bajada noté unos saltos en mi rueda trasera. Efectivamente las peores sospechas se confirmaban. La cubierta se había rajado por la llanta y eso ya no tenía remedio.
No hay nada para reparar o comprar una cubierta en Pinofranqueado, así que la única solución es Plasencia, a más de una hora de camino en coche. Es buena hora, aún hay tiempo.
Pero como por arte de magia todo me fue llevando hacia mi angel salvador y terminé llamando a la puerta de su casa. Ramón, que así se llama, tiene un club de MTB en el pueblo y me buscó en su garaje dos cubiertas usadas además de contarme cosas de las rutas que tenemos a partir de mañana en las Hurdes. Ah, y tres melocotones de su huerto que trajo su mujer.
Qué buena gente hay en Extremadura, y que buena gente eres Ramón. Muchas gracias de nuevo, compañero.
Dormimos y cenamos en el Hotel Rural Castúo, un verdadero lujazo, por su ubicación, el trato y el precio. Nivelón.