

Tomamos ruta en dirección al Monasterio de San Pedro de Cardeña donde paramos esta vez no a sellar porque viajamos como almas libres, pero sí a hacernos algunas fotos en el lugar.
Seguimos en dirección a Revilla del Campo, donde queríamos parar a desayunar. Tras una pequeña avería llegamos a Revilla separados en dos grupos. El de Paco, que paró en Los Ausines para preguntar por su viejo amigo Antonio, y yo mismo que llegué a Revilla un poco antes por otro camino.


Antes de empezar a comer ya nos advirtió que Antonio le había avisado que iríamos y que estaba todo pagado. ¡A tu salud, compañero!

Al poco tiempo mi rueda delantera se deshinchó repentinamente y lo que pensé que sería el problema que llevaba días arrastrando de algún porito pequeño, se convirtió en un pinchazo de verdad. Todas esas paradas para hinchar dos veces y luego cambiar la cámara me retrasaron muchísimo, y los otros tres ya iban demasiado lejos.
El calor iba apretando y por si fuera poco la bomba no parecía querer colaborar con la tarea de meter aire a la rueda, así que hinché lo que pude y tiré un poco buscando un pueblo donde pedir ayuda. En el primero se mostraron abiertamente colaborativos y me ayudaron a llenar bien la rueda delantera, con lo que tiré el resto de la etapa.
Para rematar la faena empezó a levantarse un viento de tormenta y un chaparrón con goterones importantes me hicieron refugiarme bajo un árbol. Los truenos que se oían a lo lejos me obligaron a salir de mi refugio, por si acaso.
Mientras tanto los tres estaban dándose un chapuzón en el Río Pedroso, un poco antes de Barbadillo del Mercado donde volvimos a reunirnos para llegar a Salas de los Infantes huyendo de la lluvia que amenazaba por detrás.


Un dia de pegas, Cesar, eso es que la bici está falta de rodaje. Bueno ya veo que los deayunos miticos, siguen en nuestros caminos. Vamoooosss ♀️♀️♀️♀️
Mal dia pero hay que esperar a los buenos, venga animo valiente,
Hola Paco y demás compañeros, les escribo ya desde Castelar, Buenos Aires, les estoy comentando a mi compañera e hijos la hermosa anecdota que viví al encontrarlos en Moncalvillo de la Sierra ( pueblo de todos mis antepasados).
Es una emocion importante formar parte de vuestra ruta , y un homenaje a la relacion con los humanos, que a partir de un saludo en un camino, existe una riqueza de la vida de cada uno de nosotros . De otra manera no la hubieramos conocido. De ahora en adelante seguire vuestras aventuras. muchas gracias por vuestra generosidad y ganas de disfrutar de la vida y la amistad.