Hoy desayunamos en el alojamiento, el día amanece algo fresco pero pronto se torna agradable. Aún así salimos con chaqueta. Intentamos tomar el camino por el final del pueblo pero resulta que el camino va por la Vía Verde del tren que lleva a la Engaña, así que el cruce que intentamos tomar es justo debajo de un puente. Tenemos que atravesar de nuevo el pueblo hasta el principio y tomar la entrada de la ruta desde ahí.
Esta vía verde lleva unos kilómetros más allá al Túnel de la Engaña, una de nuestras primeras aventuras en bici, hace ya unos poquitos de años. Esta vez no llegamos hasta la boca del túnel, ya que el camino se desvía unos kilómetros más allá y se adentra en un empinado bosque, bonito, pero con mucha piedra y muchas moscas.
Tenemos que subir unos 200 metros en apenas 6 kilómetros, así que se hace duro.
El bosque nos deja en Soncillo, donde paramos a comer algo y seguir ruta hacia el embalse del Ebro. Un gigantesco embalse que nos acompañará durante más de 20 kilómetros. Pensábamos que habría más camino en esta zona, pero era casi todo carretera, sobre todo al final, acompañados por un fuerte viento de cara que nos hacía algo incómodo el pedaleo.
Y además un frío que nos tuvo todo el día poniéndonos y quitándonos la chaqueta, porque estaba pegando el sol. El terreno de sube y baja constante pedía ese contínuo cambio de ropa. Calor en las subidas, frío en las bajadas… así todo el día.
Terminada la cola del embalse, y siguiendo el curso del Ebro, que nace un poco más arriba en Fontibre, llegamos al cruce en el que nos planteamos el dilema de si seguir hasta nuestro destino inicial, que era Olea, o desviarnos un poco hasta Reinosa, donde hay más oferta de alojamientos. Nos decantamos por la última, porque eran ya las cuatro de la tarde, hacía mucho frío y aún nos quedaba subir por el «monte de la televisión», que ya el nombre nos daba qué pensar.
Sabia y prudente elección, llegamos a Reinosa enseguida y dimos por finalizada la etapa de hoy. Mucho camino al principio y mucha carretera al final.