Hoy desayunamos en la misma pensión donde hemos dormido, y a las 8:15 ya estábamos en marcha. La verdad es que no se puede aprovechar mucho más el día, y menos hoy que está todo cubierto de niebla.
Empezamos a pedalear por la carretera pero pronto decidimos coger camino para evitar problemas porque la visibilidad es escasa. Los caminos no está muy practicables que digamos después de tantos días de lluvia y vamos entrando y saliendo a la carretera para evitar los repechos más duros.
Pronto empieza a llover y llegamos a Cadabo llenos de barro y empapados después de varias horas bajo la lluvia. Llega un momento en que te da todo igual. En condiciones normales (sin lluvia) cualquier gotita que te cae te hace buscar un refugio, pero en la situación en la que estamos, sabiendo que no hay nada que esperar, ya que todo puede ir a peor y que además ya no tienes sitio en el cuerpo y ropa para acumular más agua, te pueden echar cubos por encima que no paras.
En Cadabo paramos a tomar un café. Estamos más o menos a mitad de etapa, aunque sólo nos queda un repecho fuerte y luego una larga bajada y a continuación un gran llaneo trufado de algunos repechones duros que nos llevará hasta Lugo.
Y aquí comienzan los juegos del agua. Si hasta ahora nos había llovido, lo que viene a partir de aquí es otra cosa, otro nivel.
Intentamos meternos en camino pero se avanzaba bastante mal, aún así íbamos haciendo incursiones entrando y saliendo a la carretera. José María y Luis estuvieron más tiempo por el camino.
Se hacía muy complicado avanzar con esa cortina de agua, incluso bajando se hacía difícil, pero seguimos sin parar. El frío y el agua que llevábamos en la ropa nos complicaba aún más.
Un kilómetro antes de llegar a Lugo, el Nene había reservado para comer en una pequeña taberna, que en principio no parecía gran cosa, pero finalmente fue un gran acierto. Unos callos y unos churrascos obraron el milagro de resucitarnos. A todo esto, José María y Luis, siguieron hacia Lugo a recoger la llave del apartamento para volver al sitio donde íbamos a comer, pero la lluvia volvió a complicarlo todo y separó el grupo, y ellos dos terminaron comiendo en Lugo mientras nosotros estábamos en el otro sitio.
Una vez en Lugo, duchados y apañados, dejó de llover y se quedó una tarde muy agradable para pasear por la ciudad y tomar tranquilamente unos vinos como si no hubiese pasado nada.
Vaya!! Este año os vais a ganar la Compostela. Joder que tiempecito. Eso es el Karma de quejarse por el calorr jajajaj. Venga chavales que no se diga, que somos de Aceros del Norte.