No empezaba bien la mañana. Hemos quedado a las 7 para desayunar churros en la plaza, pero está lloviendo y fuerte. Tenemos que bajar todo el equipaje a la furgoneta, que no está cerca, luego bajar una a una las bicis, que o se bajan entre dos haciendo virguerías en las curvas de la escalera o bien con la bicicleta haciendo el caballito dejándola caer cada escalón. No hay más opciones.
Así que tardamos en tener todo eso listo bastante más de lo previsto. Cuando hicimos todo eso, seguía lloviendo, así que fuimos a desayunar para dar tiempo a un posible escampe, que ya os digo yo que nunca se produjo.
Esta vez vamos más pertrechados para la lluvia desde el primer momento: los móviles cubiertos para evitar averías, las bolsas cerradas y cubiertas con sus chubasqueros, y nosotros con todo lo que llevamos: braga, guantes, chubasquero… todo es poco.
Pedalear con tanta ropa se hace especialmente complicado, sobre todo con un chubasquero que no deja transpirar y te va axfixiando por mucho frío que haga fuera. Y tampoco puedes estar poniéndote y quitándote ropa porque las subidas y las bajadas son constantes. Así que hay que apechugar y tirar para adelante con todo.
Vamos saliendo de Lugo por la carretera hasta el primer desvío a las afueras que nos deja en una comarcal pequeñita, sin tráfico y con buen firme, seco y liso. Esa carretera, salvo un par de excepciones nos llevará durante casi 30 kilómetros. A partir de aquí comienza de nuevo la fiesta. Hoy no hay demasiadas alternativas, así que vamos tirando por los caminos embarrados y empapados, por los que nos acompaña siempre un río de agua que baja, creando un ambiente sonoro que nos acompañará durante toda la etapa.
José María se llevó un susto importante, porque después de hacer una foto no debió fijar bien el movil en el soporte y salió volando, pero él ni se dio cuenta en el momento. Así que cuando fue a echar mano de él y vió que no estaba, un frío seco le recorrió todo el cuerpo. Nosotros estábamos en otra zona, y Luís iba un par de kilómetros por delante, así que estaba sin movil y sin posibilidad de avisarnos.
Dio la vuelta para buscarlo y preguntó a un grupo de peregrinas coreanas que venían detrás, pero no lo habían visto. Siguió buscándolo y cuando ya casi se daba por vencido (tenía como referencia el punto donde había sacado la última foto), volvió hacia delante y al volver a encontrar a las coreanas le avisaron esta vez sí, que habían encontrado el movil afortunadamente. Todos felices.
Así seguimos con lluvia hasta Ferreira donde nos volvimos a juntarnos todos tomando un café mientras esperábamos a José María y Luis que venían un poco por detrás.
Reanudamos la marcha con lluvia, y llevamos unos 30 kilómetros. A unos 7 kilómetros de Melide, como por arte de magia dejó de llover, y aprovechábamos cualquier fuente o caída de agua para limpiar un poco la bici del barro que empieza a ser un incordio.
Llegamos a Melide sobre las 13:00 y como es tradicional, sobre todo cuando llegamos a una hora decente, fuimos a comer un poco de pulpo a Ezequiel.
Nos quedan 15 kilómetros para llegar a Arzúa, y no ha vuelto a llover. Sobre las 18:00 estamos en Arzúa, con tiempo de ir a hacer colada, reparar un poco las bicis que están sufriendo más de la cuenta y salir a tomar algo.
Bueno chavales, ya os lo voy diciendo estos dias, estais haciendo un camino de verdaderos jabatos, sobre todo el Cesar que va a pelo. Bueno seguid con esta moral y guardaros los moviles en la mochila como debe de ser. Abrazotes campeones.
Madremía… Vais a volver con escamas… Y con un toque porcenil de tanto revolcaros en los barros de los caminos. Venga que ya va oliendo a incienso y llegáis a por el título bien ganado. Que la fuerza, el sol y las piernas os acompañen. Ultreia et seseia❤️