No sabemos lo que durará, pero después de la tempestad llega la calma, y hoy además de amanecer sin lluvia estaremos así todo el día. Casi ni barro hemos encontrado en los caminos.
Hoy el desayuno era un poco más tarde, y hasta pasadas las 8 de la mañana no nos hemos puesto en marcha. En la pensión donde hemos estado, que por la calidad de las habitaciones, el trato, el bar, tenía bastante más categoría que muchos hoteles, hemos desayunado genial, abundante y variado.
Nada más salir nos empezamos a adentrar en bosques preciosos, con pasarelas de madera que cruzan el río Barcala de una orilla a otra constantemente, y los primeros kilómetros los hemos hecho todos por camino.
Tenemos que subir desniveles importantes al principio, y hay veces que los caminos se vuelven impracticables por el perfil y el firme pedregoso, pero vamos intercalando carretera y camino.
Por este trazado, aunque ya viene siendo así desde Melide, nos encontramos con la EuroVeló 3, que recorre toda la cornisa cantábrica, y nuestras flechas amarillas se alternan con las indicaciones de esta otra ruta.
Hasta el kilómetro 40 vamos casi todo el tiempo por caminos, y a medida que avanzamos se nota que el bosque se va abriendo y el paisaje es menos frondoso y con menos árboles. Empieza una vertiginosa bajada hasta Cee, que nos dejará a nivel del mar.
A partir de ahí, costeando hasta Finisterre, donde recogemos nuestra nueva acreditación: la Finisterrana.
Hoy ni hemos parado para comer, salvo una paradita para descansar a mitad de etapa y comer medio bocata para recuperar fuerzas, así que hoy tocaba algo más de cena.
Mañana retomamos la vuelta a Santiago, pero eso ya será otra historia.
Vengaaa este trozo es superchulo, y por fin sin agua. Bueno estáis en la penúltima y llega el fin del camino. Pero bueno pronto llegará la próxima. Disfrutar de lo que os queda, y a pensar en la que viene. Vamosss chavalessss.