Etapa 1: El Berrueco – Guadalajara

Este año junio está vacante y hemos decidido llenarlo con un pequeño viaje algo especial.

Tras barajar diversas alternativas y viendo que se nos echaba el tiempo encima (el estacional y el meteorológico) decidimos la que más a mano teníamos: salir de casa montados directamente. Lo demás ya iría saliendo, y la vuelta cuando llegase el momento también. Todo está en el aire, y todo sigue en el aire salvo el destino, que hemos decidido Peñíscola.

Es una sensación curiosa salir de casa cargado con las alforjas y todo el equipaje, yo no lo había hecho nunca, y la verdad que está bien, es una buena experiencia.

Tras cerrar Villa Gadir y dejar bien atendidas a nuestras dos cachorritas empezamos a pedalear poco antes de las 9 de la mañana en dirección este, de momento a Torrelaguna. Los primeros kilómetros son todos de bajada y aunque hace frío la lluvia esta mañana no ha hecho acto de presencia, aunque está todo húmedo todavía porque ayer llovió y mucho.

En Torrelaguna paramos a comprar algo de fruta y recomponer el mapa para empezar a meternos por caminos. Se nota que la tierra no puede más, está saturada de agua, y aunque no se ven muchos charcos la tierra está húmeda y en ocasiones se pega a las ruedas.

Pronto nos encontramos con la primera dificultad seria. La subida de Torremocha a Uceda es de las que hacen daño. Recuerdo haberla subido hace ya muchos años con la de carretera y los apenas 700 metros se hacen muy duros.

Hoy con la de montaña y cargados con el peso de las alforjas se hace mucho más larga, aunque con el desarrollo se hace más llevadera. Aún así hay algunos tramos de más del 20% de desnivel. Carolina lo ha pasado francamente mal porque lleva tiempo sin entrenar y esta subida la ha dejado tocada.

Seguimos ruta en dirección Guadalajara por donde no pretendíamos pasar, nuestra idea era terminar en Torija, pero a mitad de camino, después de parar a almorzar Carol intentó bajarse de la bici pero su cala izquierda no salía del pedal. Todo eso en carretera. Su única opción era tirarse de la bici, así que la adelanté y la esperé en el primer claro que pude para agarrarla y poder bajarla de la bici sin riesgo.

Tras quitarse las zapatillas y dejarlas en los pedales comprobé que el problema era que se había rajado la planta de plástico de la zapatilla y esa falta de firmeza impedía que saliese la cala. Aflojé un poco el tornillo para que entrase y saliese más suave la cala y pudimos seguir.

Pero así no podemos ir muy lejos. Hoy es sábado y aún tenemos opción de encontrar algún sitio abierto para comprar unas zapatillas. Y por eso cambiamos de ruta para esta vez si, terminar en Guadalajara, donde finalmente hemos encontrado unas zapatillas nuevas en El Corte Inglés, el único sitio abierto un sábado por la tarde.

Para cambiar de ruta tiramos de Google y nos metió incluso por caminos, muy bien, aunque algunos demasiado pedregosos. Pero llegamos a la altura del río Torote y nos encontramos el camino completamente anegado. Imposible pasar sin ahogarnos así que empezamos a buscar alternativas. Había un camino paralelo, pero era camino de campo y no teníamos claro si seguiría o se cortaría, además en los mapas no aparecía. Suerte que pasó un motorista que sería de la zona y tras ver el charco hizo lo mismo que nosotros, se dió la vuelta y nos confirmó que ese camino era bueno. Lo tomamos y por fin salimos del atolladero.

Al final han caído 65 kilómetros, Carol una jabata, aunque está rota y agotada mañana seguro que se levanta como una fiera a comerse otros tantos kilómetros.