El despertador sonó a las 7:45, pero dejé dormir un poco más a Carolina que ayer se lo había currado a base de bien. Sobre las 8:30 nos pusimos en pie y empezamos a bajar todo para salir. Las bicis han dormido esta noche con nosotros en la habitación.
Entre puesta en marcha y desayuno empezamos a pedalear pasadas las 9:30. Hoy tenemos que corregir el desvío de ayer, pero incluso nos ha venido mejor porque ahora estamos más cerca de Sacedón que si hubiésemos dormido en Torija.
Hoy hemos tenido que tirar mucho de carretera, la antigua N-320, la N-320a que casi todo el tiempo va paralela a la nueva. Tras un despiste inicial a la altura de la famosa urbanización Valdeluz, por fin tomamos nuestra ruta.
Tras unos 20 kilómetros, en Horche paramos para comprar algo de pan y llenar de agua las botellas. Nos ha chispeado un poco nada más salir de Guadalajara, pero ahora el tiempo es caluroso. Aún así llevamos un buen día de indecisión textil. Lo mismo hace calor y te quitas todo que se nubla y te lo tienes que volver a poner.
Estamos siguiendo un track que nos bajamos ayer cuando planificamos la ruta, y todo iba bien e incluso habíamos abandonado la carretera para ir por un camino de tierra muy llevadero alejado de la N-320 y sus ruidos de tráfico.
Y de repente el camino desapareció por arte de magia… bueno, por arte de alguien que decidió arar y cultivar el camino y hacerlo desaparecer. Tras varias idas y venidas entre el trigo buscando una salida sin tener que deshacer todo lo hecho finalmente encontramos una zona que tenía pinta de haber sido un camino pero que no se usaba desde hacía tiempo y estaba lleno de pequeñas espigas que lo tapizaban todo.
Salimos después de un buen rato perdido y volvimos a la ruta buena. Carolina hoy va como una moto. Recuperada del cansancio de ayer, hoy está ya con un pedaleo alegre y vuelve a su ser. Esta sí que es de otra pasta.
Seguimos hasta Tendilla donde empezó a chispear otra vez, aunque muy tímidamente y paramos a comer lo que llevábamos en las alforjas: algo de chorizo, queso y una lata de sardinillas para los bocatas.
Más adelante hicimos un intento de para tomar café en Alhóndiga, pero no había ni bares, y seguimos hasta Auñón. Mientras Carolina hacía fotos yo encontré la plaza que en las fiestas del pueblo, el segundo domingo de Septiembre convierten en un coso taurino. Así vimos la plaza Paco y yo en 2010. Dado que sin albero y sin burladeros la plaza no tiene nada que ver le pregunté a un señor que estaba viendo la apasionante partida de bolos que estaban jugando los mayores del pueblo. Estuvimos casi una hora de animada charla y nos contó cómo eran las fiestas antes, las fiestas de los pueblos de alrededor y demás historias. Yo le iba tirando de la lengua, eso sí es verdad.
Nos quedaban unos 15 kilómetros para Sacedón y cometimos el error de dejarnos indicar el camino por gente del pueblo que nos envió directos a la carretera. Ese fue el fallo, porque nos saltamos el desvío por el camino que remonta el río Tajo y que nos hubiese librado de la carretera que en ese tramo llevaba bastante tráfico y era bastante incómoda.
Sobre las 6 y media llegamos a Sacedón donde hacemos noche hoy. Un paseíto por el pueblo, más charlas con los paisanos, a cenar un poco y a dormir. Mañana más y mejor.
Lo mejor es que os despejais de los ordenadores, tomais el sol, el fresco y socializais, un buen paseo mis niños, besitos de los papis