Es la primera vez que monto las alforjas en mi bici para recorrer una parte de mi tierra gaditana. Lo más cerca que estuvimos fue en 2017 en aquel viaje por Jaén, Córdoba y Granada, pero Cádiz es territorio desconocido para mí.
Y lo primero que hay que tener en cuenta en un viaje por Cádiz es una variable que hasta ahora siempre había pasado desapercibida, porque nunca había afectado, y si lo había hecho era de forma intrascendente: el viento.
Llevo varios días con dos aplicaciones en mi movil echando humo: la del tiempo y la del viento. Al final, la fecha prevista, al menos esta primera etapa nos ha deparado un viento a favor que nos ha permitido pedalear sin más preocupación que el camino y la ruta a seguir. Y había viento, ya lo creo. Algunas de las veces que tuvimos que volver por nuestros pasos o que tuvimos que rodar en sentido contrario a nuestra dirección original, lo notamos y lo agradecimos. Los 90kms de hoy hubiesen sido un calvario con el viento en contra.
Salimos de Cádiz, no demasiado temprano, porque había que dejar muchas cosas preparadas y nos faltaba tiempo, pero a eso de las 9 ya estábamos en marcha. La Mamma se encargó del avituallamiento de hoy, colando entre mis alforjas una fiambrera de filetes empanados y unas galletas que hizo el día antes. Lo que al principio fue un «Mamáaaaa, ¿cómo voy a llevar eso en la bici?» se transformó a medida que caían los primeros kilómetros en un «menos mal que Mamá nos hizo la comida».
En Sancti Petri, a eso de las 11 de la mañana tuvimos una primera avería, una rotura de cadena subsanada rápidamente. Uno de los eslabones que llevaba dando señales sonoras desde hace días hoy dio la cara y al revisar la cadena se veía claramente que estaba ya roto y separado de su par.
Así que tocó macharse de grasa mientras nos tomábamos la primera cervecita del viaje.
En Conil, a eso de las dos de la tarde hicimos la ya deseada parada para comer, tras atravesar las calas de Roche por el precioso camino que bordea todos los acantilados.
Después de un café, seguimos ruta en dirección Barbate, sin entretenernos ya mucho porque la zona la conocemos de otras salidas de fin de semana, y porque ya vamos justos de tiempo.
Caños de Meca, Zahora, El Palmar, sin separarnos de la costa poco más que para salvar zonas cortadas, pasos de ríos o algún montecillo que nos obligaba a hacer un poco de interior.
Finalmente llegamos, como teníamos previsto, a Zahara de los Atunes. No teníamos ni sitio donde dormir, así que cuando llegamos buscamos alojamiento. No fue difícil, a pesar de que casi todos los pueblos de la costa están a medio gas, con muchos hoteles y restaurantes cerrados porque hasta la temporada de verano no empiezan el ritmo normal. Aún así no tuvimos problemas y encontramos un apartamento en el centro, muy bien de precio donde hemos cenado tan a gusto.
Un viaje precioso, que ademas era necesario para que vierais la sierra de Cadiz que es preciosa, con los pueblos blancos que no son para perdeselos, me alegra haber servido de madre pesaaaa jajajaja, os quiero, buen viaje