Brihuega tiene un color gris azulado, como de humo de cigarro puro. Parece una ciudad antigua, con mucha piedra, con casas bien construidas y árboles corpulentos. La decoración ha cambiado de repente, parece como si se hubiera descorrido un telón»
Hemos descansado bien, la casa rural en la que estamos es una maravilla. Las Cadenas se llama. Todos los detalles cuidados hasta el extremo, y unos colchones y unas almohadas que se dejaban querer con facilidad.
Desayunamos en la misma casa, con algo que compramos la tarde anterior, y salimos pasadas las ocho, aunque después nos entretuvimos con ajustes en el GPS. Antes de las nueve ya estábamos pedaleando.
El primer pueblo que pasamos es Villaviciosa. Allí encontramos a un paisano que nos pregunta a dónde vamos y nos indica muy amablemente que por donde queremos ir está cortado y que mejor tirásemos para atrás y tomásemos un camino que acabábamos de ver. Agradecimos la información y seguimos sus indicaciones. Pero eran incorrectas. Nosotros no íbamos a coger por donde él creía que íbamos a coger, sino que íbamos en dirección a Yela. Finalmente Yela nos lo dejamos y seguimos dirección al siguiente punto: Cívica. Un curioso poblado construído no hace muchos años, y que aprovecha las formaciones de la montaña para hacer balconadas, ventanas y puertas. Incluso algunos de los elementos está realizado con estalactitas arrancadas de una cueva cercana…
En frente hay un merendero donde tomamos un bocata y seguirmos ruta en dirección a Barriopedro. Allí comenzó una subida, no muy larga pero que nos hizo poner pié en el suelo un par de veces.
Pasado Valderrebollos nos hemos dado un chapuzón en las frías aguas del Tajuña. Diría gélidas, pero quizás sea exagerar… «fría como la madre que la parió» define mejor la temperatura del agua. Pero hacía calor y apetecía.
Hoy nos hemos llevado casi todo el día cruzándonos con flechas amarillas del Camino de Santiago. Vamos en dirección contraria a la Ruta de la Lana, que empieza en Alicante y termina en Burgos, y que tenemos intención de hacer el año que viene.
Seguimos hacia Moranchel, y luego bajada larga hasta Cifuentes, donde nos esperaban las charangas en un pueblo en plenas fiestas. Mucho ambiente, que aprovechamos para descansar un rato, tomar unas cervezas y algo de carnaza típica de la zona. Creo que eran torreznos… bastante hice con que el camarero me atendiese entre la multitud y observase mi dedo que apuntaba al plato que había a mi lado en la barra, mientras le gritaba: «quiero uno como esos».
A la salida del pueblo está el nacimiento del Cifuentes, y del mismo pilón del nacimiento la gente bebe… eso hicimos nosotros. Donde fueres, haz lo que vieres.
Seguimos ruta hacia Gárgoles de arriba, y luego a Gárgoles de Abajo, donde Paco volvió a pinchar. Yo aproveché, monté la hamaca y la estrené con una reparadora siesta de media horita. Una vez Paco había arreglado el pinchazo seguimos bajando hasta Trillo. Desde allí se veían ya con claridad la Central Nuclear de Trillo, y a su izquierda las famosas Tetas de Viana.
La salida de Trillo empezó ya con mala pinta. Unos desniveles inhumanos que en principio salvamos bien. Pero luego empiezan los mismos desniveles, pero con firme en mal estado. Y ya empezamos a poner pie a tierra… cinco kilómetros malos que se hacen eternos, con mucha calor, muchas moscas y pocas ganas de pedalear… y menos de tirar de la bici.
La bajada, también complicada. Para mí divertida, pero para Paco un calvario. Llegamos a Viana y ya cansados tomamos la carretera hasta La Puerta, en previsión de no encontrarnos otra trampita como la ya pasada que nos haga retrasarnos aún más.
Llegamos a La Puerta a las 19:30, después de haber hecho 65 kilómetros, hoy bastante exigentes.
Jolin Cesar, que pedazo de hamaca llevas en la mochila, asi cualquiera, un beso para mis ciclistas favoritos
César, yo no conozco a Viana, ya me la presentarás. Por cierto, no se como sois capaces de reproducir textos del "soplon", ¿ verdad Paco?