
La salida de Lugo se hace más bien pesada ya que las cuestas son prolongadas y bastante duras.
Comenzamos por camino, que es en gran parte una carretera secundaria solitaria y por zonas muy bonitas.

En una de las veces que me paré a hacer una foto a Paco e Isabel, la bici se me tumbó y fui con ella al suelo dejando las gafas en la cuneta.
3 kms más allá me di cuenta y volví a por ellas. Suerte que la propia foto me indicó el lugar exacto de la caida.

Decidimos tirar por Melide en lugar de por Palas de Rey. Aunque está bastante bien señalizado tuvimos un par de dudas y tuvimos que andar preguntando varias veces.

Intentamos enderzarlo y hasta pedimos ayuda a un señor que pasó con la furgoneta y nos prestó un martillo, pero corríamos el riesgo de romper el plástico de la pieza, así que decidí bajar al pueblo a intentar arreglar la pieza.

Terminado el arreglo volví a subir para montar la pieza. Todo arreglado en media horita.

Atracón de pulpo con buena dosis de cervezas que nos hicieron salir del bar un pelín tocados. A partir de aquí, Camino Francés, y nos aventuramos por camino. Agua, fuertes pendientes y Paco e Isabel pie a tierra en más de una ocasión.

Así que allí mismo nos quedamos a dormir. Por la noche llamamos a un taxi que nos llevó a Arzúa para cenar en la pizzería donde estuvimos con José María hace un par de añitos. Un antojo.
