No salimos muy temprano. Los últimos días hay que aprovecharlos, y no conviene llegar demasiado pronto a Melide, que hay que ir a comer pulpo. A las 8:30 quedamos en la puerta y luego vamos a desayunar a las mismas cabañas.
Con tranquilidad comenzamos a pedalear, tanta que no nos encontramos apenas peregrinos en los primeros kilómetros. En el desvío definitivo, que dividía la carretera y el camino, Paco e Isabel siguieron por carretera creyendo que enlazarían pronto con el camino, pero no fue así y casi llegaron a Furelos por carretera.
Ese trozo fue precioso, con bajadas rápidas y divertidas.
Antes de Furelos nos reencontramos y seguimos hasta Melide, donde fuimos como es tradicional a Ezequiel a comer pulpo.
Allí vimos el España – China de basquet mientras nos cogíamos una kurda de Riveiro. Así que salimos de Ezequiel con un puntito que podríamos denominar: «pedete lúcido».
Seguimos hasta Arzúa, acompañados a ratos por un grupo de Valencianos. Llegamos a Arzúa y comenzó a llover.
Buscamos el Pazo, que estaba a las afueras. Bajamos a comer unas pizzas al pueblo y nos volvimos a ver un poco la tele antes de ir a dormir. Mañana se acaba y no queremos…