Redondela -Briallos
Casi podía valer como plantilla la etapa de ayer: agua, agua y agua. Salimos de Redondela con un chirimiri que no nos impidió empezar la etapa en dirección a Pontevedra. Por el camino decidimos parar en Pontevedra a desayunar y a dejar la ropa que llevamos tres días sin poder lavar en una lavandería mientras visitamos un poco la ciudad. Hoy vamos bien de tiempo, y hasta Padrón no nos queda mucho.
Dejamos las bicicletas en la misma pastelería, casi obligados por las dueñas, que nos trataron como si fuesemos de la familia. Hasta se ofrecieron a lavarnos la ropa y todo, pero ya la habíamos dejado toda. Tuvimos que hacer tiempo para recoger la ropa hasta las 13:00, hora en que tomamos de nuevo camino.
Poco después, a las 14:00 paramos a sellar en el albergue de Briallos, y a comernos unos trozos de empanada que tambien nos habían regalado las señoras de la pastelería. Después de comer, empezó a llover, decidimos esperar un rato a que parase… y siguió lloviendo, y decidimos echar una siesta hasta que parase… y siguó lloviendo… y decidimos quedarnos ya en el albergue, y siguió lloviendo, y fuimos al pueblo en Taxi para cenar, y seguía lloviendo. Y cambiamos de planes y en lugar de cenar volvimos con unos chorizos, unas botellas de vino, unas barras de pan y una empanada para cenar en el albergue con todos los peregrinos que había allí. Eramos 12… y seguía lloviendo.
Y allí nos dieron las tantas con el vino que trajimos nosotros, el que nos trajo el marido de la hospitalera, y el orujo regalo de la casa… y seguía lloviendo. Y Paco nos cantaba canciones, y empezaron las risas y la juerga, hasta que fueron cayendo y nos quedamos a terminarnos los orujos y los vinos tres de los portugueses y nosotros dos.
Lo mejor que os vais a traer en las alforjas, son los amigos que habeis hecho, empezando por las pasteleras, un beso a los dos