Tendilla es un pueblo de soportales planos, largo como una longaniza y estirado todo lo largo de la carretera. En este pueblo es donde tiene un olivar el escritor don Pío Baroja, para poder tener aceite todo el año.»
Antes de salir de Sacedón hemos desayunado en la churrería, que era de los pocos sitios que había abiertos. Ayer terminaron las fiestas y el pueblo todavía está desperezándose.
Hinchamos un poco las ruedas en la gasolinera antes de abandonar definitivamente el pueblo y empezamos a subir, poco a poco la carretera que lleva a la presa del Embalse de Entrepeñas. Desde arriba las vistas son preciosas, y se vé el club náutico y el embalse plagado de embarcaciones. Al otro lado se ve la presa y los montes que la rodean.
Una larga y rápida bajada por carretera nos deja en la presa, y poco después tomamos la carretera hacia Auñón, y como dice Paco: «Auñón hace la fuerza», y allí que nos vamos otra vez carretera arriba para salvar el desnivel que hemos perdido hace un rato. Auñón también acaba de dejar las fiestas, y la plaza del pueblo todavía es un improvisado coso taurino, con su arena y sus burladeros.
Tomamos un café rápido y seguimos ruta hacia Alhóndiga donde sólo entramos para llenar los botes de agua fresca. Aquí abandonamos la carretera y tomamos pista hacia Berniches. Buena pista que en el tramo final nos permite decidir entre carretera o camino para entrar en el Pueblo. Allí compramos unos bollos típicos en la panadería, y que aunque un poco secos, entraron bien. Conocimos a Fernando, el alguacil del pueblo, con el que estuvimos de charla un buen rato, sentados a la sombra de un árbol en la plaza del pueblo. Pronto apareció uno de los concejales del Ayuntamiento que se unió a la charla. Nos contaron que a pesar de ser un pueblo muy pequeño, y que se queda prácticamente con 20 habitantes en invierno, sirven el pan a otros pueblos de la zona, entre otros Peñalver, cuna de la miel, nuestro próximo destino.
Seguimos sin prisa por carretera, con sube y baja constantes hasta que volvemos a tomar camino para llegar a Peñalver. Eran casi las 2 de la tarde y compramos algo de embutido para hacer unos bocatas. El pan se lo compramos al panadero de Berniches, que todavía estaba por allí, con quién estuvimos también de charla un buen rato mientras almorzábamos y compartió con nosotros unos tragos de vino. Más tarde se unió a nosotros el cura del pueblo, y nos estuvieron contando algunas historias y anécdotas de Cela a su paso por el pueblo en su segundo viaje.
Seguimos hacia Tendilla, que también estaban de recogida de las fiestas. Luego, con un calor sofocante empezamos la durísima subida que nos llevaría por pista hasta Fuentelviejo, luego Moratilla de los Meleros, y finalmente Fuentelaencina, donde por fin termina la subida de hoy. El resto bajada larga y al principio pronunciada hasta Pastrana, aunque la llegada a Pastrana es en alto.
Hoy no ha habido pinchazos, y tampoco río ni embalse, aunque en la Fuente del Cura, pasado Fuentelviejo, casi nos faltó ponernos el bañador y meternos en el pilón.
Eso sí, para compensar, en el hotel donde estamos hay piscinita, y aunque llegamos tarde, el baño no lo perdonamos.
Aunque tu fueras abuelo, para mi seguirias siendo mi niño, ¿pasa algo?
Besos petardo