Etapa 7.- Embalse de Grandas – Cadavo-Baleira

… y al séptimo día, empezó a llover. Y los ciclistas entonces tuvieron que estrenar sus chubasqueros. Y Paco dijo: «Yo no salgo, id tirando». Y fue cuando fueron tirando hacia Grandas de Salime, y allí siguió lloviendo. Y entonces Paco llegó y los ciclistas se reagruparon.

Así contado no parece nada, pero llegar a Granda de Salime tuvo su historia. Había que subir 250 metros de desnivel en 5 kilómetros. José María salió delante, al rato salió Alfonso y luego yo. Paco se quedó esperando. Poco a poco fui remontando hasta tener a José María a la vista.

Mi chubasquero rojo hizo que José María me confundiese con Paco y su orgullo herido no le permitió que «Paco» le alcanzase. Yo en esa posición después del esfuerzo de la remontada me quedé en esa situación recuperando un poco para lanzar el ataque final… pero José María apretaba como si no hubiese mañana. Varios ataques después llegamos a Grandas, entrando José María primero. Arriba se dio cuenta que era yo el perseguidor, y me confesó que si hubiese sabido que era yo, psicológicamente no hubiese podido aguantar los ataques.

Lo mismo pensáis que todo es comer, fotos guays y risas, pero aquí todos los días hay batalla, y a la más mínima en carretera se desatan las hostilidades. Lo que viene siendo hacer el tonto por hacerlo. Cosas de ciclistas chalaos.

Paramos a desayunar en Castro, en el Albergue Juvenil, mientras Paco se había quedado en Grandas haciendo lo propio.

Esto no había hecho nada más que empezar, porque quedaba todo el puerto de El Acebo, más de 600 metros de desnivel, en ocasiones muy exigente. Esta vez nos lo tomamos con calma y subimos sin pelearnos. La lluvia había desaparecido, pero ha aparecido una espesa niebla que casi no deja ver a pocos metros. En la subida no hace falta ver mucho, pero la bajada puede ser peligrosa. El GPS viene bien para saber dónde están las curvas y anticipar la frenada.

El puerto del Acebo tiene una cualidad curiosa; se sube dos veces, primero hay una señal que indica el final del puerto de 1030 metros, luego se baja y empieza a subir otra vez hasta los 1050. Cosas de Galicia.

A todo esto Paco va por delante y llegó a Fonsagrada, y al poco llegamos los demás. Nuestro próximo hito es Cadavo-Baleira donde queremos llegar para comer, pero el pedaleo se nos vuelve cansino y sobre las 14:30 paramos a comer en Paradavella, en Casa Mesón, un lugar donde nos atienden de maravilla una pareja de Argentinos encantadores. Esta vez comemos lo justito para seguir pedaleando. Cadavo está cerca, pero aún hay que subir algo. Yo busco el camino para al menos tocar tierra, porque hoy con la lluvia no ha sido el día para los caminos.

Llegamos a Cadavo después de 65 kilómetros y 1500 de desnivel acumulado y nuestra idea de seguir hacia Lugo quedó reducida a la nada. Nos quedamos aquí, hay sitio en el albergue y el pueblo es tranquilo y agradable. Mañana más. Desde el bar Eligio, comiendo un bocata de tortilla, cerramos la conexión.