La estancia en las Filipenses incluía desayuno, para rematar la faena, así que antes incluso de bajar las cosas y montar las bicicletas, desayunamos.
Nos despedimos de una de las risueñas y simpáticas hermanas que nos atendieron ayer con todo el cariño que se puedan dar. Nos llevamos todos una gratísima sensación y recuerdo de nuestro paso por allí.
Empezamos a rodar hacia Calzadilla de la Cueza primero por una pequeña y solitaria carretera, que poco después se convertía en una pista de tierra bastante cómoda. Esa pista se puede convertir en un auténtico suplicio si el viento se convierte en tu enemigo, pero hoy al menos no nos ha estorbado, por lo que los más de 15 kilómetros han sido muy llevaderos.
A partir de ahí el camino transcurre por la carretera o por un camino lateral de tierra que suelen tomar los peregrinos de a pie… y César.
Lédigos, Terradillos de los Templarios, San Nicolás del Real Camino… y Sahagún, donde buscamos un lugar para reponer fuerzas. Buscábamos la Plaza Mayor donde conocemos sitios para comer, pero resulta que el pueblo estaba en fiestas y el centro tiene una mezcla de olores nada gratificantes, una cantidad nada despreciable de borrachos de última hora y para rematar los bares en lugar de estar abriendo, están cerrando. Así que volvimos sobre nuestros pasos para buscar un bar no tan céntrico.
Volvimos a la ruta en el mismo plan que antes, carretera y camino lateral. En Bercianos del Real Camino empezamos a notar las primeras gotas de lluvia, pero era algo débil y continuamos, pero nada más salir del pueblo comenzó a llover con fuerza y nos tuvimos que refugiar en un viejo cobertizo donde estuvimos una media hora. Cuando paró de llover, Paco y José Luis salieron mientras que los otros tres se quedaron en el cobertizo. Entonces Juan nos dijo que esperásemos 30 segundos para salir… 1, 2, 3…. 21, 22… y empezó de nuevo a llover con la misma intensidad que antes. Al minuto estaba José Luis de vuelta empapado, mientras Paco siguió hacia El Burgo Ranero.
Cuando volvió a escampar salimos todos y nos reunimos con Paco en El Burgo. De nuevo con el mismo terreno seguimos hasta Mansilla de las Mulas, donde nos dió ya la hora de comer y picamos algo ligero… o esa era nuestra intención.
El resto hasta León igual, aunque a 6 kilómetros Paco y César tomaron el camino para subir el alto del Portillo y bajar hasta león entrando por las flechas amarillas. El resto entraron directamente por carretera.
Esta tarde un paseito por León, con visita al barrio húmedo para cenar. Etapón de casi 100 kilómetros de mucho pedaleo.
Que de kilometros haceis, es una pasada que os guste tanto, pero es bonito y que recuerdos, ese edificio y la catedral donde tenemos fotos de cuando fuimos a Asturias, un abrazo peregrinos