Adelantamos la hora de salida un poco para comprobar si José María iba a poder pedalear para afrontar la etapa por si tenía que coger el tren hacia Santander que salía a las 8.
Las primeras sensaciones son buenas y el terreno hasta Portugalete ayuda porque es muy llano. Paramos a desayunar a la altura de Barakaldo y seguimos por la margen derecha para tomar el transbordador que nos dejará en la margen izquierda.
Tomamos el carril bici que nos deja en la playa de las Arenas, aunque este año está el día bastante desapacible y no apetece baño.
Subimos las escaleras de Pobeña ayudando a José María a subir su bici para que no haga esfuerzos extra.
En Ontón en lugar de seguir por la costa seguimos la carretera que hicimos en 2012 con Julián, Javi y Ana por la vía verde de Castro Traslaviña. Damos una vuelta más larga pero el paisaje lo merece.
Llegamos a comer a Castro Urdiales y al poco comenzó a llover y empezamos a temernos lo peor, aunque la cosa afortunadamente no fue a más.
Íbamos bien de tiempo y de fuerzas y aunque nos quedaba por subir el Pontarrón para llegar a Liendo y decidimos seguir hasta Laredo y si nos daba tiempo, coger el barco y cruzar hasta Santoña.
Conseguimos llegar a tiempo, y en el barco en el momento de ir a pagar, a Paco le salió volando un billete que se le fue al agua. Dado que estábamos solos en el barco y que los barqueros se enrollaron, empezaron a virar para buscar el billete para rescatarlo.
Eran sólo 5 euros pero el momento fue memorable. Al final se lo llevaron de propina, que se lo habían ganado.
Llegamos a Santoña sobre las 7 y nos alojamos en el albergue La Bilbaina, en plena plaza del pueblo. Es la primera vez que vemos Santoña con tanta gente en la calle, ya que siempre pasamos por aquí demasiado temprano.
80 kilómetros con algunas subidas exigentes que José María superó con nota. Esto está ya superado. Mañana más y mejor.
Así cualquiera! Llegando a las siete tiéstordía por delante!