Con las primeras claras del día nos levantamos acompañados ya sólo por los pajarillos ya que las ranas debían estar todas durmiendo ya.
Desayunamos y recogemos todo el campamento y antes de las 8 ya estamos en marcha. No hemos pasado frío porque vamos bien preparados pero la noche ha sido bastante húmeda y más en el lugar donde estamos cerca de una laguna.
Hemos decidido tomar camino hacia el embalse de Benagéber, que nos han comentado que es muy bonito. Damos un poco más de vuelta pero no importa. No hay dolor.
Pero hay un pequeño problema, si tomamos el camino más corto tenemos casi 30 kilómetros de monte sin un solo pueblo, y el terreno no invita mucho a fiarse de él, así que retrocedemos un poco nada más salir para enganchar la carretera y pasar por Casillas de Ranera donde paramos a tomar un café y más adelante por Sinarcas para comprar unos plátanos, un poco de leche para la comida y cargar agua ya que ahora sí nos vamos a meter en zona despoblada hasta el embalse.
En el súper de Sinarcas conocimos a Javier que nos atendió como si nos conociera de toda la vida, y que si le llegamos a pinchar un poco se va corriendo a casa a por la bici y se viene con nosotros. Gracias compañero.
Desde Sinarcas tomamos la pista que coincide con el GR238, llamado Tierra de Vinos. Y es que la zona está plagada de viñedos y en el mismo pueblo hay varias bodegas.
Siempre impresiona ver un pueblo abandonado, pero Aldea de Villanueva tenía algo especial. Durante los años 10 tenía unos 55 habitantes, y sobre el año 22 la epidemia de gripe llamada «la cucaracha» dejó a la aldea con sólo 19 habitantes. Ya en los años 40 tras la construcción de la presa algunos de los habitantes de Benagéber se fueron a vivir allí llegando a sumar unos 50 habitantes. En 1968 tras abandonar el pueblo los últimos habitantes se decidió el corte del suministro eléctrico de manera definitiva. Aldea de Villanueva es un pueblo abandonado desde el mismo año en que yo nací.
Sobre las dos de la tarde llegamos a la presa de Benagéber, construida entre los años 30 y 50. Una obra de ingeniería impresionante que merece la pena ver.
La bajada hasta la presa larga y sinuosa que ya empezaba a presagiar lo que nos esperaba después. Justo antes de la presa, en una antigua cementera abandonada, paramos a comer algo y a descansar un rato porque el sol estaba apretando como nunca. Cómo echamos de menos los días «raros». No era el lugar más romántico, pero era lo único fresco que había en la zona.
Tras la siesta empezamos a sufrir la salida del embalse, poco a poco, pensando siempre que quedaba poco, pero que siempre terminaba decepcionándonos porque siempre quedaba otra cuesta más, y otra… aquello nos dejó fritos de fuerzas, nos quedaban 15 kilómetros y ya eran las 7 de la tarde.
Conseguimos alojamiento en Calle donde conseguimos llegar a tiempo para ver el partido de España, a unos 60 kilómetros de Valencia capital donde pretendemos llegar mañana. Pero eso, como siempre, será otra historia.
que si me hubiera ido……pero seguro jajaja disfrutar y a dar pedales
Bueno esto empieza ha estar chupado, no os quejareis estais teniendo de todo. Buena entrada en Valencia. Besotes para los dos.
Un camino bueno pero con algunas piedras, pero al final sera todo un exito como todos los caminos que haceis, besotes chicos