Etapa 2. Salas – Pola de Allande

Comienza el día con malas noticias y una baja en el equipo. Nada más levantarnos Paco recibió una llamada de casa diciéndole que su madre estaba ingresada en el hospital. Aún no sabemos la gravedad de la situación, pero comenzamos las gestiones para que Paco pudiese volver a Barcelona.

Estamos aún cerca del aeropuerto de Oviedo, apenas a unos 40 kilómetros y los dueños de la Casa Rural Nueva Salas se portaron con nosotros maravillosamente. Ya ayer nos ayudaron en todo lo que pudieron con la comida y el lavado de la ropa, pero lo de esta mañana ha sido de categoría. Encontrar gente así es maravilloso. Gracias Oli y familia por vuestra ayuda y cariño.

Sobre las 8 empezamos a pedalear dejando a Paco en la casa al que llevarían en coche al aeropuerto con la bici incluida para intentar embarcar todo y así no tener que dejar la bici aquí que era la primera opción.

La etapa de hoy en principio  es más corta de lo que estaba inicialmente previsto porque ayer nos hicimos el puerto de La Espina. Todo el recorrido hasta Tineo fue por carretera, muy agradable y sin contratiempos. En El Pedregal yo tiré por el camino… bueno mejor dicho por el barro. Unos 10 kilómetros de caminos embarrados y encharcados con algunas zonas muy técnicas y duras con subidas con bastante pendiente. Las bajadas aunque eran rápidas tenían tanto barro que tenías que ir con cuidado para no comer tierra innecesariamente y para no resbalar porque podía haber piedras o zanjas que no eran fáciles de detectar.

En Tineo volvimos a reunirnos y tras sellar en el Albergue paramos a tomar un bocata y seguir ruta. Seguimos por carreteritas comarcales muy solitarias y sencillas. En una fuente paré a echar agua y los tres siguieron. Hasta ese momento estábamos siempre en el trazado del Camino y de hecho yo lo estuve siempre, pero al cabo del rato me di cuenta de que iba sólo. Los otros tres no habían tomado mi mismo desvío y habían tomado la carretera de la izquierda en dirección a Magarín, fuera de ruta. Yo seguí por la carretera de la derecha en dirección a Porciles. Siempre por carretera y subiendo pequeños puertos con alturas de hasta 800 metros (no más de 200 metros de desnivel ya que estamos a una altitud de unos 600).

En Porciles viendo que les llevaba ventaja (cuando nos separamos siempre activamos la ubicación compartida de Whatsapp), paré en un peculiar bar de peregrinos que hay a la salida del pueblo. Lo lleva José Manuel Boto, un actor que dedica su tiempo libre a este pequeño pero denso negocio del Camino. A José Manuel se le nota que le gusta lo que hace, recibe a todo el mundo con una sonrisa, se interesa por tí, te pregunta, te mima. Tomé un refresco con él charlando mientras llegó Javier, otro peregrino que venía andando y los tres estuvimos charlando un buen rato.

Cuando volví a proseguir mi marcha ví que los otros tres ya habían llegado a Pola. A mí me quedaban 5 kilómetros y algún lío más por meterme. A 3 kilómetros del pueblo justo en el alto del último puerto dejé la carretera siguiendo las flechas del camino que se adentraban en el monte. No quería meterme ya en muchos líos, pero ese camino tenía tan buena pinta que no pude resistirme. Camino del bueno, auténtico, con un desnivel justo, con las piedras justas y en su sitio, sin barro y sin agua. Una gozada para bajar rápido sin peligro. Aún así tuve un llantazo con una piedra, reventé y tuve que parar a reparar el pinchazo.

Llegué al pueblo y el resto ya estaba alojado y duchado, esperándome para comer.

A todo esto Paco ya estaba en el Aeropuerto con todo solucionado: billete, caja para la bici y todo facturado. Salió dirección a Barcelona a las 7 de la tarde y llegó sobre las 9 sin más novedad. Suerte compañero, se te echó de menos desde la primera pedalada y el viaje no será lo mismo sin tí.

Esperamos que todo salga bien y le mandamos fuerza desde aquí a toda la familia.