Disciplinadamente me pongo en marcha a las 8 en punto de la mañana. Quiero salir de Santiago cuanto antes, porque anoche fueron las Fiestas de la Ascensión, con fiesta incluida en la Praza do Obradoiro, con la participación de la mítica orquesta Panorama, que viene de allá de los años 80. Han cambiado mucho, no me quedé a verla porque estaba cansado y no quería trasnochar, pero a juzgar por el escenario que tenían montado, no era como aquellas orquestas que cabían en el palco de la música de la Alameda de Noia.
Se hace curioso salir del Santiago en el que tantas veces hemos entrado en bicicleta. Todo cambia, nada te resulta familiar y dudas en casi todos los cruces.
En principio no es necesario ni llevar GPS, porque basta con seguir el camino por donde vienen los peregrinos, que ya a esta hora transitan de manera abundante. Son los que han dormido en el Monte do Gozo. Pero cuando pensé que pasado ese hito habría algo más de tranquilidad, no, ahora me encontraba los que durmieron en Lavacolla, y los de O Pedrouzo… y así hasta Arzúa.
Los montes y su paisaje característico también cambia cuando vas en dirección contraria a la habitual. Ni los eucaliptos gigantes recuerdo haber visto.
Hasta Arzúa se me gastaron los «hola», los «buen camino» y las sonrisas, intentando combinarlos en distintos tonos, volúmenes y formas, como si los que me encontraba de frente supiesen lo que le había dicho al anterior.
También es curioso ver las caras de todos los peregrinos. Habitualmente vas saludando a gente que ni les ves la cara ni te las ven ellos a ti. Hoy todos buscaban el saludo, la sonrisa y hasta algunos gestos de ánimo en las zonas más duras del camino cuando te veían transitar por ellas.
Todo cambió cuando llegué a Arzúa y tomé la variante del Camino del Norte camino de Ribadiso. Se podría denominar como «soledad». Eran sólo las 12 de la mañana, pero en comparación con lo que había traído hasta ahora, esto es un desierto. Aún así de vez en cuando vas encontrando peregrinos.
Ya había parado en Arzúa a recuperar fuerzas, así que los 25 kilómetros que quedaban los podía hacer casi de un tirón. Y el casi es porque el trazado se convirtió en un rosario de repechos que me fueron dejando las piernas bien machacadas.
Finalmente llegué a Sobrado dos Monxes a buena hora, sobre las 4 de la tarde con el objetivo cumplido. Mañana más.
Otro año amigo, se me había olvidado el blog, me lo ha comentado Charo. Orquesta Panorama, cuantas veces lo has comentado allá por Noia. Buen Camino
Venga este año te vas a desquitar campeón. Buen camino y mucha fuerza.
Bueno por fin puedo decirte que eres un chiflado yendo solo por esos montes, pero como no me vas a hacer caso pues me alegro que ya estes acompañado, besos a todos mis peregrinos favoritos