Mientras desayunaba en el mismo hotel de Soto se empieza a cubrir el cielo de nubes, y al sacar la bici del parking empiezan a caer las primeras gotas de lluvia.
No es mucho, así que no es plan de ponerse a esperar a que escampe, porque pueden ser minutos o horas. Así que «y si llueve, saldremos a la lluvia».
Aún así deja de llover enseguida, y se queda sólo el frío. Así voy avanzando hasta Soto del Barco, eso sí, con bastante precaución porque el suelo está bastante mojado y no está la cosa para tener un revolcón.
En Soto la cosa empeora y tengo que refugiarme de la lluvia, como no, en el cenador del Bar El Refugio. En el primer clarito voy avanzando hasta Pravia. Tengo un problema en la rueda trasera, y es que se me ha ido la mano un poco comprando mi última cubierta, y el balón es demasiado grande y casi roza en los tirantes traseros. Y ahora, tras varios días de machaque, la rueda se ha descentrado un poco y roza. Así que tengo que hacer un ajuste de emergencia.
Pensaba ir a la tienda de bicis en Pravia, pero cuando llego al pueblo aún está cerrada y decido seguir, ya que la reparación que hice ha surtido efecto.
Vuelve a llover, vuelve a parar, así me llevo casi todo el día. He tenido que parar de forma forzada alguna vez a hacer alguna foto pensando en el blog, porque lo que es pensando en las fotos, cero.
A la altura de Candamo volvió a llover, estoy por delante de la nube y cuando avanzo me libro, y cuando me paro me pilla. Pero esta vez ya estoy metido de lleno, y empieza a llover fuerte. Así que aprovecho un tejadillo viejo al lado de la carretera donde también está sentado otro ciclista de carretera esperando lo mismo que yo. Compartimos un rato de charla y de vivencias ciclistas y volví a aprovechar otro claro para seguir.
Me aconsejó llegar a Oviedo por la nacional, que aunque era más larga me libraba del Escampleru, pero finalmente no le hice caso y seguí por mi trazado. Qué error.
El Escampleru ya lo habíamos hecho varias veces en el sentido normal, pero creo que por la otra vertiente es mucho más duro. Y no sólo el Alto, sino lo que viene después del alto que hay que volver a superar. Tramos enteros de ir empujando literalmente la bici, que, cosas de la gravedad, quería ir para el otro lado todo el rato.
Antes de entrar en Oviedo empezó de nuevo a llover con fuerza, pero ya ni siento ni padezco, así que tirando hasta el final. José María y Luis ya estaban en Oviedo desde medio día, cuando llegó su avión. Paco y Juan (el Nene) llegaron minutos antes que yo con el coche de apoyo.
Hemos cambiado a un Juan por otro, pero Juanito, te echamos de menos: y lo sabes.
Reencuentros, risas, cervezas y charla. Hay que ponerse al día y volver a rescatar del baúl de la memoria las cientos de anécdotas que atesoramos de nuestros viajes.
Mañana comienza aquí el siguiente viaje: Oviedo – Santiago de Compostela, con paso por Finisterre y Muxía.
Vaya tres turistas, pero me alegra que ya esteis juntos, eso os alegra el alma y el cuerpo, un abrazo pandilla
Vaya aventura! La próxima será con los ojos vendados, o en la bici bocabajo pedaleando con las manos o descalzo arrastrando una cruz ……. Jajajajaja estas muy bien, como se debe estar, como una cabra ! Saludos y abrazos a toda la cuadrilla y Buen camino!!