Etapa 6. Guardo – Cistierna

Ayer tocó tarde de reparaciones en la bici: cambio de pastillas de freno y cambio de la cámara trasera que traía un pequeño pincho que me obligaba a hinchar de vez en cuando la rueda. Durante la etapa de ayer estrené mi nuevo inflador automático que me regalé hace poco. Y la verdad es que muy bien, a pesar de que no le tenía mucha fe, el gasto de energía que te ahorra inflando la rueda es impagable.

Así que después de desayunar, con todo listo salimos a recuperar los 10 kilómetros de ayer. Ha amanecido frío, unos 6º, pero pronto el sol empieza a pegar, hoy llegaremos a los 21º.

Pronto nos damos cuenta de lo bien que hicimos en parar en Guardo, porque tras unos kilómetros por carretera sin mucho desnivel, el camino sale a la derecha y nos mete en un absurdo bosque pegado a la carretera, pero sin posibilidad de volver a ella, y con un camino que cada vez se hacía más impracticable e incómodo. Tiramos de la bici por senderos estrechísimos, cubiertos por vegetación e incluso por árboles, que impedían que pudiésemos pedalear sin engancharnos.

Perdimos ahí un tiempo precioso, y demasiadas energías. Así que llegar a Puente Almuhey no ha sido tarea fácil. Pasado Tarantilla volvemos a tomar la pista que nos lleva a las Lagunas de San Martín, que son dignas de ver, y que de haber pasado por aquí en verano nos hubiésemos dado un chapuzón sin dudarlo.

Tras San Martín de Valdetuéjar, porque llevamos el río Tuéjar a nuestra derecha, llegamos a Renedo de Valdejuéjar, un precioso pueblo amurallado, con unas edificaciones muy interesantes.

Y un poco más adelante, en Otero de Valdetuéjar, tras un buen rato por carretera volvemos al camino, en dirección al Santuario de la Virgen de la Velilla, un majestuoso complejo en medio de la nada, al pie del Collado de la Bodeguina, que nos espera para arrebatarnos las escasas fuerzas que tenemos hoy.

Nada más salir del Santuario, la pista se empieza a endurecer, y poco a poco se va transformando en un sendero cada vez más difcil de transitar. Las primeras rampas las vamos superando no con poca dificultad, pero cada vez las fuerzas van menguando y se nos hace más difícil. En ocasiones tenemos que subir una bici entre los dos y volver luego a por la otra, porque algunos tramos de subida son imposibles.

Cuando ya no nos quedaban más fuerzas, llegó el final de la subida, superando ya los 1300 metros de desnivel. Después de la gsubida grande, cuando ya parecia que todo había acabado, aún faltaban tres dientes de sierra que aún nos machacaría más. Todo trufado por cientos de moscas pesadas que nos perseguían en nubes.

Por fin llegó la última subida y comenzamos la larga y pronunciada bajada hacia Cistierna. El freno trasero de Carolina empieza a dar signos de flaqueza, así que decidimos cambiar las pastillas de freno antes de que fuese demasiado tarde.

Cuando llegamos a Cistierna, cansados, hambientos y sedientos, decidimos hacer allí fin de etapa, así que hoy acumulamos ya algo más de retraso. Ya hemos decidido ampliar un día más la ruta, así que sin problema.

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