Etapa 6.- Arcos de la Frontera – Cádiz

Tras las dos caóticas etapas de los últimos días hoy volvemos a la normalidad. De entrada nos levantamos a nuestra hora, desayunamos sin novedad y salimos a pedalear casi como si fuésemos gente normal.

Nos quedan por delante casi 90 kilómetros de ruta, atravesando pequeños pueblos de la provincia, algunos prácticamente desconocidos, otros, poblados o diseminados.

Pero los kilómetros caían con facilidad, no había grandes subidas, y la altitud iba disminuyendo a medida que iban aumentando los kilómetros.

Cuando íbamos buscando ya un lugar para parar a comer, estuvimos a punto de salir por la puerta grande. El GPS nos jugó una mala pasada, y nos metió en una finca que casual y desafortunadamente tenía la puerta abierta de par en par. Tanto que ni siquiera vimos la puerta. Era una finca taurina llamada «La casa de los toreros».  Nada nos hizo sospechar que estábamos en una propiedad privada del Marqués de Domecq, y a nuestro paso íbamos viendo un coso aquí, un tentadero allá, unos edificios bajos de salones para toreros… pero nuestro camino seguía expedito y nada ni nadie se oponía a nuestro involuntario allanamiento.

Buscando la salida, encontramos a un hombre con un tractor, al que incluso saludamos a nuestro paso, pero que tampoco nos puso pegas para seguir, aunque se quedó un poco pillado a nuestro paso.

Ahí tuvimos la duda de si tomar por el camino de la izquierda o por el de la derecha, pero en el de la derecha había un tímido cartel de «Propiedad privada» así que no había duda… íbamos bien. O no.

El camino de la izquierda nos guardaba la sorpresa final. Tras pasar un paso canadiense libre y abierto, Carolina esbozó un «oh, oh»… y si, delante nuestra había como una docena de animalitos negros, con cuernos y pinta más de toros que de vacas.

Ya de vuelta, porque nos dimos la vuelta, el señor de antes nos pregunto, ahora sí, que cómo habíamos entrado, que todo eso era propiedad privada. Así que nada, vuelta atrás, y a empezar, esta vez rodeando toda la finca, que nos regaló unos 10 kilómetros más de ruta que no estaban previstos.

Tras encontrar una venta para comer, volvimos a tomar camino para, ahora sí, prácticamente no parar hasta entrar en la capital gaditana, lugar de partida y fin de viaje.

 

 

Comentarios cerrados.