Etapa 2. Almadén de la Plata – Fuentedecantos

A las 7 suenan los despertadores, pero como siempre empezamos a arreglar cosas de última hora y al final salimos casi a las 8 y media. Hoy el día se presenta nublado y tristón, y no sobra ponerse algo de abrigo, aún así tiramos con los manguitos y poco más; tenemos subidas y repechos desde el inicio de la etapa, y va a sobrar todo pronto. Desayunamos en el mismo pueblo de Almadén de la Plata, y tomamos dirección a la plaza de toros para empezar a meternos otra vez, igual que ayer en pleno Parque Natural de la Sierra Norte. Hoy toca safari fotográfico, Marco con una cámara en las manos tiene casi más peligro que Paco, y si están los dos juntos, entonces es una bomba. Luego merecerá la pena, de eso no hay duda. Al safari fotográfico pronto se une el safari propiamente dicho, estamos dejando Sevilla y entrando en Badajoz, y las dehesas albergan todo tipo de personajes de cuatro patas: el omnipresente cerdo ibérico, cabras, vacas, ovejas, perros pastores… Hasta el Real de la Jara vamos por una buena pista con mucho sube y baja, y algún repechón, que no era el Calvario de ayer, pero que hemos bautizado como “El Martirio”. No hacía tanta calor, y eso nos salvó un poco. A El Real de la Jara llegamos a medio día y paramos a tomar un poco de fruta y un cafelito. Seguimos rumbo a Monesterio, por pista, pero pronto tomamos la carretera. No tenía mucho sentido ir por el camino cuando la carretera se veía a pocos metros e íbamos solos. La subida hasta Monesterio se hizo larga, y volvía a amenazar lluvia, y el frío empezaba a hacerse más presente. Llegamos para comer, porque parar a comer en Monesterio es casi una obligación. Hicimos una merecida cata de productos ibéricos. Después de comer, para echar un poco para abajo la comida, tiramos rumbo a Fuente de Cantos, donde estábamos a eso de las cuatro y media. Poco después llegaba Piedad, que venía a recoger a Marco, que termina aquí su tramo de viaje. Un auténtico placer compartir con él estas pedaladas. El Albergue de Fuente de Cantos, aunque ya lo conocíamos del 2004, no deja de ser sorprendente. Merece la pena hacer noche aquí.